martes, 28 de octubre de 2008

Mi Jardín


De chiquito me gustaba caminar descalzo, me gustaba sentir las cosquillas del pasto entre mis dedos, y el soplido húmedo de la tierra en la planta de mis pies... bastaba con salir al jardín para entregarme de cabeza a pies a un enorme espacio, a un aparente infinito, deslizarme en un sin fin de sensaciones y plenitud...
Un día decidí ir más allá, quizás porque fui consiente de las paredes que limitaban ese jardín, quizás por simple curiosidad... caminé y caminé y mis pies dejaron la húmeda y mullida tierra, y conocieron el hostil asfalto, y mis dedos dejaron de sentir cosquillas, y se cortajearon con las piedritas del rugoso pavimento y el vértigo me sedujo y de pronto me vi tan cansado y tan lejos de mama, que x un segundo creí que ahí temrinaria todo, nunca desee tanto volver a mi burbuja infinita a mi jardín... pero solo un segundo basto para darme cuenta que de nada sirve anhelar, que avanzar implica nuevos objetivos, aunque por le momento solo sean volver a instancias anteriores... y caminé de regreso... le lloré a mama como acostumbraba hacer en esos días, me refugie en las cosas que sabia, iban a curar a mis pies...
hoy estoy parado descalzo, viendo el jardín, y parece tan pequeño como si mis ojos hubiesen crecido, sin embargo cuando veo mis pies... que alguna vez lloraron y vuelve a parecerme inmenso... no se si me animo a decir que me animo a caminar, porque se que esa burbuja me queda chica, pero mas chicos son mis pies para dar el primer paso a la burbuja real. Quizás sea bueno mirar un rato mas el jardín y sentirme acojido desde lejos con la idea de tenerlo frente a mi, en algún momento quizás extrañar las cosquillas y los mimos del suelo, me hagan dar una vez mas, el primer paso.

Fer.

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